¿Por qué nos resulta tan difícil identificar el uso de intervenciones innecesarias en nuestros partos, aún teniendo información para hacerlo? Es una pregunta que me acompaña desde hace tiempo, la violencia obstétrica en cuanto a trato deshumanizado es más fácil de percibir y es en general el punto de partida para desenredar una vivencia violenta, pero lo que se refiere a la patalogización del proceso queda muchas veces escondido e incluso se transforma en algo incuestionable, no importa la información al respecto. Es muy común escuchar testimonios de mujeres que empiezan diciendo “yo creo que lo que me pasó no fue violencia obstétrica” y seguido de esto un relato repleto de ella, incluso cuando hace dos minutos viendo imágenes, videos, documentales de violencia obstétrica, escuchando los relatos de otras mujeres no dudaron en percibir la violencia en ello. Sin embargo cuando se trata de la propia experiencia aparecen las dudas, las justificaciones, los “no fue para tanto” o “yo se
Parirás con dolor reza la maldición bíblica. Parirás atada, drogada, anestesiada, manoseada, violentada, parirás sufriendo es la realidad que día a día impone el modelo hegemónico de atención perinatal y eso no es medicina, ni es ciencia, es cultura, se llama patriarcado.